La Gruta de las apariciones es el corazón del Santuario. La fuente y la imagen de Nuestra Señora de Lourdes que allí se encuentran son el objeto de toda la atención de los peregrinos. La Gruta, por sí misma, dice mucho del Mensaje de Lourdes. Está cavada en la roca, como en eco a esta palabra de la Biblia: “El Señor es mi roca, mi salvación, mi ciudadela” (salmo 62, 7). La roca es negra y el sol no llega a penetrar nunca en la Gruta: la Aparición (la Virgen María, la Inmaculada Concepción), al contrario, es sólo luz y sonrisa. La hornacina donde se encuentra la imagen marca el lugar donde se encontraba la Virgen María la mayoría de las veces: es como una ventana que, en este mundo oscuro, abre sobre el Reino de Dios.
La Gruta es un lugar de oración, confianza, paz, respeto, unidad y silencio. Se puede dar un sentido personal a cada paso por la Gruta o pararse delante de ella.
Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI vinieron a rezar en esta Gruta.