«Al cabo de diez años de matrimonio, no había tenido aún hijos. Invoqué a santa Bernardita. En mi oración no pedía nada. Si tenía un hijo, me alegraría. Si no debo tener hijos, también seré feliz. Que sea lo que Dios quiera. Así rezaba todos los días, en mi casa, en las iglesias de santa Bernardita y de Nuestra Señora de Lourdes cerca de mi domicilio, en Sídney (Australia). Y así fue como nació Bernadette. Hoy es una muchacha de 18 años, muy buena y cariñosa. Dos años después nació Nassar. Un bebé de 3 kg, muy saludable… durante 4 días. Cuando, de repente, era un Viernes Santo, entró en parada cardíaca. Fue reanimado, sin embargo permanecía en coma.
Los médicos querían desenchufar los aparatos que le mantenían con vida. Yo me opuse. A pesar del riesgo que corría de quedarse ciego, sordo, mudo… como me repetía el equipo médico. Recé a santa Bernardita, a Nuestra Señora de Lourdes y a san Chárbel (soy de origen libanés). ¡Sale del coma el Lunes de Pascua! Ciego, sordo, mudo y con el cuerpo completamente flácido. No abría la boca y no podía quedarse sentado. Le hicieron falta varias operaciones quirúrgicas para que pudiera alimentarse. Permaneció nueve meses en el hospital. Mi marido, mi madre, mi hermana y yo rezamos mucho, invocando siempre a Nuestra Señora de Lourdes, Bernardita Soubirous y san Chárbel.
Dios contradijo a los peores pronósticos de la ciencia. Nassar hoy es un muchacho de 16 años. Ve, oye, habla. Padece autismo. Pero, ¿qué es la normalidad? Después de Nassar nació mi tercer hijo, una niña, colmándonos perfectamente de alegría. Doy las gracias todos los días. Vengo a Lourdes en cuanto puedo. Es mi regalo más hermoso. ¡Allí encuentro tantísima paz! Elisabeth (Sídney, Australia)