El cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, ha firmado un decreto inscribiendo a la Bienaventurada Virgen de Loreto en el calendario romano general. Recuerda el decreto que el 10 de diciembre, día en que se celebra Nuestra Señora de Loreto en su santuario italiano de las Marcas, se celebrará esta memoria litúrgica.
Situado no lejos de la costa adriática, el santuario mariano de Loreto es famoso en todo el mundo por albergar la «Casa santa», aquella donde la Virgen María recibió la Anunciación del Arcángel Gabriel.
El papa Francisco fue el pasado 25 de marzo al santuario de Loreto, día de la solemnidad de la Anunciación del Señor. Encomendando a la Virgen todas las vocaciones, el Santo Padre había firmado en ella la exhortación apostólica postsinodal, redactada después del Sínodo de octubre de 2018 sobre «los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». Así daba prioridad a la atención pastoral del santuario y del Jubileo, a saber, la evangelización en tres direcciones: familias, jóvenes y enfermos.
«Tal celebración ayudará a todos, especialmente a las familias, los jóvenes, los religiosos, a imitar las virtudes de la perfecta discípula del Evangelio, la Virgen Madre que, concibiendo a la Cabeza de la Iglesia, nos acoge también a nosotros consigo», se puede leer en el decreto.
El Jubileo Lauretano, una invitación a vivir la santidad a diario
El día de Todos los Santos anunció la ciudad de Loreto un año jubilar que tendrá lugar del 8 de diciembre de 2019 al 10 de diciembre de 2020.
Loreto y su Santuario, valioso guardián de la Casa Santa, entrarán en la alegría del Jubileo el próximo 8 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa, cien años después de la proclamación de Nuestra Señora de Loreto como patrona de los viajeros en avión. La coincidencia con la fiesta de Todos los Santos para su anuncio es significativa: el arzobispo delegado de Loreto, Mons. Fabio Dal Cin, lo subraya: «Estamos llamados a volar alto, estamos llamados a la santidad, a la plenitud de la vida y la felicidad que es la santidad ofrecida por el Señor».