San José, esposo de la Virgen María (siglo I)
«José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa» (San Bernardino de Siena)
Los evangelistas no guardaron ninguna palabra del que llaman «justo». El carpintero de Nazaret de Galilea es presentado en la Sagrada Escritura como un esposo tan discreto como fiel y casto, y como el Padre protector del Hijo de Dios.
El ángel le había dicho: «No temas en recibir a María, tu mujer, en tu casa», y José recibió en su casa a María, su mujer.
Después del nacimiento de Jesús, el ángel le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre», y José se levantó rápidamente. Obedeciendo la voluntad de Dios, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto.
Es un verdadero hijo de Abrahán: cree y hace lo que Dios le dice. Cuando el adolescente Jesús desaparece durante tres días en una peregrinación a Jerusalén, José acompaña a María en su búsqueda: «Tu padre y yo te buscábamos». Y Jesús vuelve a bajar a Nazaret, sometido al que tiene la autoridad paterna sobre él en la tierra. Dios sabía a quién confiaba a su único Hijo y a su Madre, a aquel que era el hombre más capaz del mundo de ser la imagen perfecta del Padre.
Los orientales siempre han honrado a san José, mientras que la devoción al esposo de María se desarrolló gradualmente en la iglesia latina.
Con la Carta Apostólica Patris Corde (Con Corazón de Padre) el papa Francisco recuerda el 150 aniversario de la proclamación de san José como Patrón de la Iglesia universal. Con este motivo, se celebra un «año especial dedicado a san José» del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021.
En el Santuario se invoca a san José todos los días:
Para acompañar este tiempo de fervor por la intercesión de san José, el Santo Padre ha compartido una oración dirigida a san José, que se invoca diariamente en el Santuario:
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.